LA NOVELA PICARESCA
La novela
picaresca es un género literario narrativo escrito en prosa, muy característico de la literatura
española. Surgió en los años de transición entre el Renacimiento y el Barroco,
durante el llamado Siglo de Oro de las letras españolas.
Dicho
género nació como parodia de las narraciones idealizadoras, que fueron muy características de la época Renacentista,
tales como las epopeyas, los libros de caballerías, las novelas sentimentales y
las pastoriles. En las que los protagonistas solían ser personajes valientes y
pertenecientes a clases privilegiadas, pero que se movían en mundos totalmente
irreales.
Frente
al idealismo de esos géneros, la picaresca se presenta como la primera novela
realista, cuyo público es principalmente
el pueblo, pues maneja un protagonista diferente: un pícaro,
personaje perteneciente a las esferas
más bajas, que ofrece con humor, una visión crítica y real de la sociedad, lo
cual llamó la atención en su época y le trajo gran éxito.
Las características generales de la novela picaresca son que tiene
como protagonista a un antihéroe que se
aleja del héroe convencional, el pícaro, caracterizado por su astucia para
realizar fechorías, embustes y trampas ingeniosas con el fin de lograr un beneficio personal.
Está narrada en primera persona, de tipo autobiográfico, el
protagonista cuenta sus propias aventuras, empezando por su genealogía, siempre
vil y opuesta a la que se presenta en un caballero. Suele aparecer como criado
de personajes que pertenecen a diversas clases sociales, a los que critica
duramente.
El
género picaresco nació con la novela La Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas
y adversidades que apareció impresa en 1554, de
autor desconocido, después de cuyo éxito, la picaresca proliferó en la
literatura española, surgieron el Guzmán de Alfarache
(1599) de Mateo Alemán, La Lozana
andaluza (1605) de Francisco Delicado, La
vida de Marcos Obregón (1618) de Vicente Espinel, La vida del buscón Don Pablos (1626), de Francisco de Quevedo entre
otras.
La vida del lazarillo de Tormes y
de sus fortunas y adversidades y la Historia de la vida
del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, son consideradas como las dos novelas más representativas del
género, a pesar de que hay una diferencia de más de 70 años entre las fechas en las que
fueron publicadas y existan en medio de
ellas varios títulos de obras inscritas en el mismo género.
EL LAZARILLO Y EL BUSCÓN
Semejanzas y diferencias
Ambas novelas comparten algunos de los rasgos que caracterizan a
las obras picarescas como el imprescindible protagonista pícaro, tramposo y muy
astuto. Son de carácter autobiográfico, cuentan su vida de manera epistolar a
una autoridad y mediante episodios
cargados de humor presentan críticas sociales. Entre las diferencias
se cuenta que la segunda obra tiene mayor extensión y presenta más historias y
personajes.
También es diferente el
estilo y lenguaje, puesto que el del
El lazarillo es muy coloquial
aunque con bastantes palabras que ahora nos resultan arcaicas. Presenta algunas
figuras retóricas muy originales, hay
varias paradojas, como con la que se refiere al ciego al decir “mi nuevo y
viejo amo” (pág. 13), abundan también las hipérboles, como cuando dice que su
primer amo “ganaba en un mes más que cien ciegos en un año” (16). Además,
maneja hábilmente el humorismo presente en varios episodios que resultan
realmente graciosos.
Mientras que, en La vida del
Buscón, su autor, Quevedo, demuestra un alto dominio del lenguaje, no sólo
por lo ilimitado de su vocabulario, sino también por su habilidad para jugar
con él, a través de un estilo conceptista, el cual se basa en la asociación
ingeniosa entre palabras e ideas, pues en su obra abundan los juegos de palabras y dobles sentidos, como
donde refiriéndose a su hermano dice:
“(…) salió de la cárcel con tanta honra, que le acompañaron
doscientos cardenales, sino que a
ninguno llamaban eminencia” (pág. 71),
jugando con el doble significado
de la palabra cardenal (eclesiástico de alto rango y moretón causado por golpes).
Además, en su obra lleva el humor más allá que el presentado
en El
Lazarillo, pues Quevedo exagera la sátira, describiendo a los personajes de
forma más grotesca que realista, como cuando al referirse al Lic. Cabra,
exagera su pobreza llamándolo “archipobre y protomiseria” (80).
Al comparar a los protagonistas, encontramos que tanto Lázaro como don Pablos cumplen con las
características del pícaro, ambos son astutos y tramposos. Los dos son
conocidos por sobrenombres, el de Lázaro es por servirle primero a un ciego y
fungir como su “lazarillo”, mote que, además es un hipocorístico de su nombre,
al que agrega su origen que es el río Tormes, donde nació. Mientras que don
Pablos es conocido por un apodo despectivo, buscón es el que busca, pero tiene una connotación negativa: es el que
busca dinero fácil, es decir un ladrón, ratero o estafador.
Asimismo, los dos cuentan su genealogía indeseable, el
primero hijo de un ladrón y de una mujer amancebada con un negro; el segundo
hijo de un barbero que muere ahorcado y de una bruja condenada por la
inquisición, tiene, además un hermano ladronzuelo y un tío verdugo.
Sin embargo, mientras Lázaro es puesto al servicio del ciego por
su madre, Pablos huye de su casa, porque quiere borrar sus orígenes y apartarse
de sus parientes es, además, un joven con estudios, a diferencia de Lázaro.
Ambos son tramposos y astutos, pretenden lograr sus ambiciones, no obstante, en Lázaro
el objetivo principal es satisfacer su estómago, mientras que Pablos busca
escalar de posición social. Lázaro roba
y urde ardides para conseguir pan, Pablos inventa identidades y engaña con el
fin de obtener matrimonios ventajosos y
todo lo que le proporcione dinero.
Los dos personajes despiertan de la ingenuidad a la bellaquería por episodios que marcan sus
vidas, en Lázaro es cuando, engañado por el ciego, es “cornado” por la estatua
de un toro, y dice: “Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en
que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: Verdad dice éste, que me cumple
avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer” (14)
Por su parte, Pablos conoce la maldad del mundo por las travesuras
que le juegan los estudiantes cuando recién llega, y expresa: “Haz como vieres
dice el refrán, y dice bien. De puro considerar en él, vine a resolverme ser
bellaco como los bellacos, y más que todos si más pudiese” (95).
Lázaro tiene varios amos,
nueve en toda la novela, Pablos sólo uno, Don Diego, la relación con los amos es
diferente, Lázaro sufre hambres con la mayoría y huye de ellos, al contrario
Pablos tiene una relación de amistad con Don Diego Coronel, al que sirve más como
compañero y es apartado de éste por su padre, que lo ve como una mala
influencia.
En ambas novelas, el pícaro critica a sectores sociales, Lázaro lo
hace a través de sus amos, que son principalmente hombres de iglesia, de los que muestra la
hipocresía y demás vicios, motivo por el cual, la obra fue expurgada por la
inquisición. Mientras que Pablos, que sólo sirve a un amo, aprovecha a todos los personajes que se
encuentra en su camino para criticar a diversos sectores como clérigos, monjas,
poetas, soldados, cortesanos.
En la parte final, en El Lazarillo
de Tormes, Lázaro se ha superado y ha alcanzado de
alguna manera una estabilidad económica, aunque a costa de su propio honor,
pues prefiere ignorara los rumores del adulterio que comete su esposa con el arcipreste. Pero, por lo
menos ha logrado su objetivo principal: saciar el hambre, este final es una
crítica social, pues Lázaro admite la infidelidad de su mujer por conveniencia
y después de toda una vida de ver cómo la sociedad es hipócrita y sólo se busca
el beneficio propio.
Mientras que el buscón,
va cayendo más bajo moralmente, al pasar de cometer una vileza a otra, pero termina con una especie de
moraleja, pues declara que se irá a las Indias a ver si mejoraba su suerte. No
obstante, la novela concluye diciendo que no le fue mejor allí:
“Y fueme peor, como v.m. verá en la segunda parte, pues nunca
mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres”
(186)
Con esta frase reprueba el modo de vida del personaje, pues a
pesar de que durante toda la novela el autor pretende hacer reír con las
bellaquerías y travesuras que don Pablos comete, advierte que ese modo
deshonesto de vivir no es el adecuado y, mientras continúe actuando así, su
suerte le será adversa.
En lo particular me gustaron ambas obras, sobre todo por el humor que manejan. Además, creo que la novela picaresca nos
proporciona un retrato auténtico de la vida de la sociedad española del siglo
XVI y XVII, nos permite acercarnos a sus problemas y verlos con los ojos que los veía
la gente del pueblo, proporciona, pues, una perspectiva real, dejando atrás las idealizadas fantasías renacentistas.
Mónica H.
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