viernes, 29 de noviembre de 2013

LA NOVELA PICARESCA

La novela picaresca es un género literario narrativo escrito  en prosa, muy característico de la literatura española. Surgió en los años de transición entre el Renacimiento y el Barroco, durante el llamado Siglo de Oro de las letras españolas.
Dicho género nació como parodia de las narraciones idealizadoras, que fueron muy  características de la época Renacentista, tales como las epopeyas, los libros de caballerías, las novelas sentimentales y las pastoriles. En las que los protagonistas solían ser personajes valientes y pertenecientes a clases privilegiadas, pero que se movían en mundos totalmente irreales.
Frente al idealismo de esos géneros, la picaresca se presenta como la primera novela realista, cuyo público es principalmente  el pueblo, pues maneja un protagonista diferente: un pícaro, personaje  perteneciente a las esferas más bajas, que ofrece con humor, una visión crítica y real de la sociedad, lo cual llamó la atención en su época y le trajo  gran éxito.
Las características generales de la novela picaresca son que tiene como protagonista  a un antihéroe que se aleja del héroe convencional, el pícaro, caracterizado por su astucia para realizar fechorías, embustes y trampas ingeniosas con el fin de  lograr un beneficio personal.
Está narrada en primera persona, de tipo autobiográfico, el protagonista cuenta sus propias aventuras, empezando por su genealogía, siempre vil y opuesta a la que se presenta en un caballero. Suele aparecer como criado de personajes que pertenecen a diversas clases sociales, a los que critica duramente.
El género picaresco nació con la novela La  Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades que apareció impresa en 1554, de autor desconocido, después de cuyo éxito, la picaresca proliferó en la literatura española, surgieron el Guzmán de Alfarache (1599) de Mateo Alemán, La Lozana andaluza (1605) de Francisco Delicado, La vida de Marcos Obregón (1618) de Vicente Espinel, La vida del buscón Don Pablos (1626), de Francisco de Quevedo entre otras.
La vida del lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades y la Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños,  son consideradas  como las dos novelas más representativas del género, a pesar de que hay una diferencia de más de 70 años entre las fechas en las que fueron publicadas  y existan en medio de ellas varios títulos de obras inscritas en el mismo género.











EL LAZARILLO Y EL BUSCÓN
Semejanzas y diferencias
Ambas novelas comparten algunos de los rasgos que caracterizan a las obras picarescas como el imprescindible protagonista pícaro, tramposo y muy astuto. Son de carácter autobiográfico, cuentan su vida de manera epistolar a una autoridad y  mediante episodios cargados de humor presentan críticas sociales. Entre las diferencias se cuenta que la segunda obra tiene mayor extensión y presenta más historias y personajes.
 También es diferente el estilo y lenguaje,  puesto que  el del  El lazarillo es muy coloquial aunque con bastantes palabras que ahora nos resultan arcaicas. Presenta algunas figuras retóricas muy originales,  hay varias paradojas, como con la que se refiere al ciego al decir “mi nuevo y viejo amo” (pág. 13), abundan también las hipérboles, como cuando dice que su primer amo “ganaba en un mes más que cien ciegos en un año” (16). Además, maneja hábilmente el humorismo presente en varios episodios que resultan realmente graciosos.
Mientras que, en La vida del Buscón, su autor, Quevedo, demuestra un alto dominio del lenguaje, no sólo por lo ilimitado de su vocabulario, sino también por su habilidad para jugar con él, a través de un estilo conceptista, el cual se basa en la asociación ingeniosa entre palabras e ideas, pues en su obra abundan los  juegos de palabras y dobles sentidos, como donde refiriéndose a su hermano dice:
“(…) salió de la cárcel con tanta honra, que le acompañaron doscientos cardenales, sino que  a ninguno llamaban eminencia” (pág. 71),  jugando  con el doble significado de la palabra cardenal (eclesiástico de alto rango y moretón causado por golpes).
Además, en su obra lleva el humor más allá que el presentado en  El Lazarillo, pues Quevedo exagera la sátira, describiendo a los personajes de forma más grotesca que realista, como cuando al referirse al Lic. Cabra, exagera su pobreza llamándolo “archipobre y protomiseria” (80).
Al comparar a los protagonistas, encontramos que tanto  Lázaro como don Pablos cumplen con las características del pícaro, ambos son astutos y tramposos. Los dos son conocidos por sobrenombres, el de Lázaro es por servirle primero a un ciego y fungir como su “lazarillo”, mote que, además es un hipocorístico de su nombre, al que agrega su origen que es el río Tormes, donde nació. Mientras que don Pablos es conocido por un apodo despectivo, buscón es el que busca, pero  tiene una connotación negativa: es el que busca dinero fácil, es decir un ladrón, ratero o estafador.
 Asimismo, los  dos cuentan su genealogía indeseable, el primero hijo de un ladrón y de una mujer amancebada con un negro; el segundo hijo de un barbero que muere ahorcado y de una bruja condenada por la inquisición, tiene, además un hermano ladronzuelo y un tío verdugo.
Sin embargo, mientras Lázaro es puesto al servicio del ciego por su madre, Pablos huye de su casa, porque quiere borrar sus orígenes y apartarse de sus parientes es, además, un joven con estudios, a diferencia de Lázaro.
Ambos son tramposos y astutos, pretenden  lograr sus ambiciones, no obstante, en Lázaro el objetivo principal es satisfacer su estómago, mientras que Pablos busca escalar de posición social.  Lázaro roba y urde ardides para conseguir pan, Pablos inventa identidades y engaña con el fin de obtener matrimonios ventajosos  y todo lo que le proporcione dinero.
Los dos personajes despiertan de la ingenuidad  a la bellaquería por episodios que marcan sus vidas, en Lázaro es cuando, engañado por el ciego, es “cornado” por la estatua de un toro, y dice: “Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer” (14)
Por su parte, Pablos conoce la maldad del mundo por las travesuras que le juegan los estudiantes cuando recién llega, y expresa: “Haz como vieres dice el refrán, y dice bien. De puro considerar en él, vine a resolverme ser bellaco como los bellacos, y más que todos si más pudiese” (95).
Lázaro tiene varios amos,  nueve en toda la novela, Pablos sólo uno,  Don Diego, la relación con los amos es diferente, Lázaro sufre hambres con la mayoría y huye de ellos, al contrario Pablos tiene una relación de amistad con Don Diego Coronel, al que sirve más como compañero y es apartado de éste por su padre, que lo ve como una mala influencia.
En ambas novelas, el pícaro critica a sectores sociales, Lázaro lo hace a través de sus amos, que son principalmente  hombres de iglesia, de los que muestra la hipocresía y demás vicios, motivo por el cual, la obra fue expurgada por la inquisición. Mientras que Pablos, que sólo sirve a un amo,  aprovecha a todos los personajes que se encuentra en su camino para criticar a diversos sectores como clérigos, monjas, poetas, soldados, cortesanos.
En la parte final, en El Lazarillo de Tormes,  Lázaro se ha superado y ha alcanzado de alguna manera una estabilidad económica, aunque a costa de su propio honor, pues prefiere ignorara los rumores del adulterio que comete  su esposa con el arcipreste. Pero, por lo menos ha logrado su objetivo principal: saciar el hambre, este final es una crítica social, pues Lázaro admite la infidelidad de su mujer por conveniencia y después de toda una vida de ver cómo la sociedad es hipócrita y sólo se busca el beneficio propio.
   Mientras que el buscón, va cayendo más bajo moralmente, al pasar de cometer una vileza  a otra, pero termina con una especie de moraleja, pues declara que se irá a las Indias a  ver si mejoraba su suerte. No obstante, la novela concluye diciendo que no le fue mejor allí:
“Y fueme peor, como v.m. verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres” (186)
 Con esta frase reprueba el modo de vida del personaje, pues a pesar de que durante toda la novela el autor pretende hacer reír con las bellaquerías y travesuras que don Pablos comete, advierte que ese modo deshonesto de vivir no es el adecuado y, mientras continúe actuando así, su suerte le será adversa.
 En lo particular me gustaron ambas obras, sobre todo  por el humor que manejan. Además, creo que la novela picaresca nos proporciona un retrato auténtico de la vida de la sociedad española del siglo XVI y XVII, nos permite acercarnos a sus problemas y verlos con los ojos que los veía la gente del pueblo, proporciona, pues, una perspectiva real, dejando atrás las   idealizadas fantasías renacentistas.
Mónica H.












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