miércoles, 4 de diciembre de 2013

El juego de Tirso de Molina

Fue uno de los autores dramáticos más destacable de la España del siglo XVII, un poeta lírico y dramático.
 

Tirso de Molina fue un escritor muy dotado en la sátira. Además dentro de sus obras juega irónicamente con los caracteres y actitudes de ambos sexos, por lo que realiza una ingeniosa creatividad en las características psicológicas y morales de sus personajes. En tanto en sus obras hace críticas de orden social, moral y político.

 
 Su estilo es observable a través de su obra El vergonzoso en palacio una comedia
que pertenece al subgénero de la comedia palatina, la cual fue publicada en 1611, en tanto está dividida en tres actos y compuesta de octavas reales, redondillas, soneto, quintillas y, entre otras características de la poesía y del teatro. Además de acuerdo a su texto podemos conocer el estilo del autor y la manera en que desarrolla sus obras.
 Está creatividad del autor es observable en sus personajes femeninos que son Madalena y Serafina que poseen una fuerte personalidad a comparación de Mireno y Antonio. Como en el siguiente fragmento que muestra la personalidad débil del protagonista:

“Considero algunos ratos que los cielos, que pudieron hacerme noble y me hicieron un pastor, fueron ingratos;  y que, pues con tal bajeza me acobardo y avergüenzo, puedo poco, pues no venzo mi misma naturaleza” (I, 348-9).

 Aquí se describe la identidad de Mireno, el cual se avergüenza de la clase social a la que pertenece, a causa de ello se vuelve vergonzoso y cobarde, cuando puede ser lo contrario, que se sintiera orgulloso de su clase social y no fuera temeroso.
 
De manera contraria en la siguiente estrofa se demuestra la fuerte personalidad que tienen los personajes femeninos de Tirso, puesto que, Madalena intenta conquistar a Mireno, empleando distintos medios para hacerlo y buscar a la persona que le interesa, cuando de acuerdo a la tradición y costumbre la mujer no debía cortejar a un hombre.




“MADALENA:                      (Un favor           Aparte

               me manda Amor que le dé.)

 

Tropieza y dala la mano MIRENO

¡Válgame Dios!  Tropecé...

               (Que siempre tropieza Amor.)         Aparte

                  El chapín se me torció.

MIRENO:        (¡Cielos!  ¿Hay ventura igual?)     Aparte

               ¿Hízose acaso algún mal

               vueselencia?

MADALENA:                  Creo que no.

MIRENO:           ¿Que la mano la tomé?

MADALENA:      Sabed que al que es cortesano

               le dan, al darle una mano,                       

               para muchas cosas pie” (II, 1141-1154).
 

Luego el personaje de Madalena llama a Mireno a través de un sueño donde le dice que no se vaya, en tanto Mireno nota que está dormida cuando está finge. Enseguida Madalena se encarga de conversar con un diálogo imaginario en el que se encarga de desempeñar dos papeles el de ella y el de su amado.

“Ella misma se pregunta y responde como que duerme

              Si esto es verdad, ¿para qué
               os avergonzáis así?
               ¿Queréis bien?  --Señora, sí--.
               ¡Gracias a Dios que os saqué
                  una palabra siquiera.                         

MIRENO:        ¿Hay sueño más amoroso?

               ¡Oh, mil veces venturoso

               quien le escucha y considera!

                  Aunque tengo por más cierto

               que yo solamente soy                             

               el que soñándolo estoy;

               que no debo estar despierto.

MADALENA:         ¿Ya habéis dicho a vuestra dama

               vuestro amor?--No me he atrevido--.

               ¿Luego nunca lo ha sabido?                  

               --Como el amor todo es llama,

                  bien lo habrá echado de ver

               por los ojos lisonjeros,

               que son mudos pregoneros--.

               La lengua tiene de hacer                         

                  ese oficio; que no entiende

               distintamente quien ama

               esa lengua que se llama

               algarabía de allende” (III, 532-556).

 

En estos fragmentos se demuestra que Madalena es más valiente al demostrar sus sentimientos como el Mireno de sus sueños, en tanto el real no accede a confesarle de su amor por vergüenza a la clase social a la que pertenece.
 
Por otra parte también se destaca otro personaje femenino, quien es la hermana de Magdalena, es decir Serafina, que como talentosa actriz desempeña el papel de un príncipe y de un conde vistiéndose de hombre, los cuales tienen una personalidad fuerte que deberían tener los personajes masculinos que están presentes dentro de la obra.

 

“Sale doña SERAFINA, vestida de hombre y representa.

 

SERAFINA:         Los cielos me son testigos

               si el enojo que te he dado

               al alma no me ha llegado.

               Mi bien, seamos amigos.                          

                  Basta.  No haya más enojos,

               pues yo propio me castigo.

               Vuelvan a jugar conmigo

               las dos niñas de esos ojos.

                  Quitad el ceño.  No os note            

               mi amor niñas soberanas;

               que dirá que sois villanas

               viéndoos andar con capote.

                  ¿De qué sirve este desdén,

               mi gloria, mi luz, mi cielo,                      

               mi regalo, mi consuelo,

               mi paz, mi gloria, mi bien?

                  ¿Que no me quieres mirar?

               ¡Que esto no te satisfaga!

               Mátame, toma esta daga.                   

               Mas no me querrás matar;

                  que aunque te enojes, yo sé

               que en mí tu gusto se emplea.

               No hayas más, mi Celia.  ¡Ea,

               mira que me enojaré!”  (II, 915-938).          


          Por último el crítico Agustín Durán mencionó:
 
 “Lo cierto es que los hombres de Tirso son siempre tímidos, débiles y juguetes del bello sexo; en tanto que caracteriza a las mujeres como resueltas, intrigantes y fogosas en todas las pasiones que se funden en el orgullo y la vanidad” (Wilson, p.169).

Areli Avalos

 
Bibliografía: 
  •   De Molina, Tirso. El vergonzoso en palacio.  Madrid: Ediciones Cátedra, 2001. 168 p. ISBN 84-376-0073-1
  •   Siglo de Oro: Teatro de E.M. Wilson (apartado de: Tirso de Molina, p. 154-175).
 

           

           
           
 



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