El juego de Tirso de Molina
Fue uno de los autores dramáticos más destacable de la
España del siglo XVII, un poeta lírico y dramático.
Tirso
de Molina fue un escritor muy dotado en la sátira. Además dentro de sus obras
juega irónicamente con los caracteres y actitudes de ambos sexos, por lo que
realiza una ingeniosa creatividad en las características psicológicas
y morales de sus personajes. En tanto en sus obras hace críticas de orden
social, moral y político.
Su estilo es observable a través de su obra El vergonzoso en palacio una comedia
que pertenece al subgénero de la comedia palatina, la cual fue
publicada en 1611, en tanto está dividida en tres actos y compuesta de octavas
reales, redondillas, soneto, quintillas y, entre otras características de la
poesía y del teatro. Además de acuerdo a su texto podemos conocer el estilo del
autor y la manera en que desarrolla sus obras.
“Considero algunos ratos que los cielos, que pudieron hacerme noble y me hicieron un pastor, fueron ingratos; y que, pues con tal bajeza me acobardo y avergüenzo, puedo poco, pues no venzo mi misma naturaleza” (I, 348-9).
Aquí se describe la identidad de Mireno, el cual se avergüenza de la clase social a la que pertenece, a causa de ello se vuelve vergonzoso y cobarde, cuando puede ser lo contrario, que se sintiera orgulloso de su clase social y no fuera temeroso.
De manera contraria en la siguiente estrofa se demuestra la fuerte personalidad que tienen los personajes femeninos de Tirso, puesto que, Madalena intenta conquistar a Mireno, empleando distintos medios para hacerlo y buscar a la persona que le interesa, cuando de acuerdo a la tradición y costumbre la mujer no debía cortejar a un hombre.
“MADALENA: (Un favor Aparte
me manda Amor que le dé.)
Tropieza y dala la mano MIRENO
¡Válgame
Dios! Tropecé...
(Que siempre tropieza
Amor.) Aparte
El chapín se me torció.
MIRENO: (¡Cielos! ¿Hay ventura igual?) Aparte
¿Hízose acaso algún mal
vueselencia?
MADALENA: Creo que no.
MIRENO: ¿Que la mano la tomé?
MADALENA: Sabed que al que es cortesano
le dan, al darle una mano,
para muchas cosas pie” (II,
1141-1154).
Luego el personaje de Madalena llama a Mireno a través de un sueño donde le
dice que no se vaya, en tanto Mireno nota que está dormida cuando está finge.
Enseguida Madalena se encarga de conversar con un diálogo imaginario en el que
se encarga de desempeñar dos papeles el de ella y el de su amado.
“Ella misma se pregunta y responde como que duerme
Si esto es
verdad, ¿para qué
os avergonzáis así?
¿Queréis bien? --Señora, sí--.
¡Gracias a Dios que os saqué
una palabra siquiera.
MIRENO: ¿Hay sueño más amoroso?
¡Oh, mil veces venturoso
quien le escucha y considera!
Aunque tengo por más cierto
que yo solamente soy
el que soñándolo estoy;
que no debo estar despierto.
MADALENA: ¿Ya habéis dicho a vuestra dama
vuestro amor?--No me he
atrevido--.
¿Luego nunca lo ha sabido?
--Como el amor todo es llama,
bien lo habrá echado de ver
por los ojos lisonjeros,
que son mudos pregoneros--.
La lengua tiene de hacer
ese oficio; que no entiende
distintamente quien ama
esa lengua que se llama
algarabía de allende” (III,
532-556).
En estos fragmentos se demuestra que Madalena es más valiente al demostrar sus sentimientos como el Mireno de sus sueños, en tanto el real no accede a confesarle de su amor por vergüenza a la clase social a la que pertenece.
“Sale doña SERAFINA, vestida de hombre y representa.
SERAFINA: Los cielos me son testigos
si el enojo que te he dado
al alma no me ha llegado.
Mi bien, seamos amigos.
Basta. No haya más enojos,
pues yo propio me castigo.
Vuelvan a jugar conmigo
las dos niñas de esos ojos.
Quitad el ceño. No os note
mi amor niñas soberanas;
que dirá que sois villanas
viéndoos andar con capote.
¿De qué sirve este desdén,
mi gloria, mi luz, mi
cielo,
mi regalo, mi consuelo,
mi paz, mi gloria, mi bien?
¿Que no me quieres mirar?
¡Que esto no te satisfaga!
Mátame, toma esta daga.
Mas no me querrás matar;
que aunque te enojes, yo sé
que en mí tu gusto se emplea.
No hayas más, mi Celia. ¡Ea,
mira que me enojaré!” (II, 915-938).
Por último el crítico Agustín Durán mencionó:
“Lo cierto es que los
hombres de Tirso son siempre tímidos, débiles y juguetes del bello sexo; en
tanto que caracteriza a las mujeres como resueltas, intrigantes y fogosas en
todas las pasiones que se funden en el orgullo y la vanidad” (Wilson, p.169).
Areli Avalos
Bibliografía:
-
De Molina, Tirso. El vergonzoso en palacio. Madrid: Ediciones Cátedra, 2001. 168 p. ISBN 84-376-0073-1
- Siglo de Oro: Teatro de E.M. Wilson (apartado de: Tirso de Molina, p. 154-175).
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